La disciplina de la comunicación no es ajena a los problemas sociales, más aún tiene el deber de investigar los temas y ofrecer una comprensión razonable de los hechos. Sin embargo, corre el riesgo de situarse en la coyuntura mediática de la opinión pública, saltando de un tema a otro según la agenda pública. Bajo este escenario de movilidad, el principal problema sería que se quedara posicionada como una disciplina dependiente del devenir social, sin ofrecer un conocimiento básico de la misma comunicación. Una particularidad de nuestro tiempo es que, cualquier disciplina, tiende a apropiarse del fenómeno comunicativo, dando explicaciones y haciendo proyecciones hacia el futuro. Este problema tiene dos causas, por un lado, la comunicación es un fenómeno en el que se explican otros fenómenos, es como el telón de fondo en el que relucen los conflictos, es la condición de visibilidad de los problemas, su alcance, penetración y espesor radican en el alcance de su capacidad de abarcar diversas manifestaciones sociales. Por otro lado, la visión funcionalista la convierte en un problema al asignarle una comprensión causalista; la naturaleza funcionalista comunicativa comprende tres dimensiones, entendimiento, conexión e interacción; se trataría entonces de indagar qué parte del sistema habrá que mejorar para que las cosas sucedan según lo planeado. Ahora bien, existe otra manera de analizar a la comunicación en una posición de mayor trascendencia, que consiste en atribuirle la creación de sentido, de imaginar conexiones, de construir realidades sociales. Esta visión reconoce la dignidad de la comunicación más allá de un carácter procedimental, estaría empeñada en que las cosas pueden ser de otra manera, o son lo que son, por efectos comunicativos de otros. Sin embargo, la realidad es que no hay una sola forma de plantear los problemas de comunicación, los resultados de los análisis comunicativos están directamente asociados al marco teórico que se utilice para plantear preguntas y categorías de análisis.

De esta forma propondríamos la cuestión: ¿Qué dimensiones están en juego de la realidad social cuando la comunicación se reconoce desde un carácter ético y político?

Percepción del comunicólogo en cuanto a las habilidades blandas y su trayecto laboral, pág. 13

El segundo artículo se titula, El dispositivo digital en la era del capitalismo algorítmico: el caso de ChatGPT, pág. 33

El tercer artículo lleva como título, El desarrollo del soft power bilbaíno a través de su Museo Guggenheim en tiempos de COVID-19, pág. 49

El cuarto artículo, Comunicación y retos de las ONG en Brasil, Colombia, Estados Unidos y México: el caso de la publicidad engañosa en los alimentos ultraprocesados, pág. 67.

El quinto artículo: La transmisión histórica en México y España desde la perspectiva de la comunicación: contexto, cine, historiografía, cultura y género, pág. 85

El sexto artículo se titula, El branding social como activo estratégico para la participación ciudadana y la corresponsabilidad social en el ejercicio profesional de la comunicación y el diseño, pág. 105

El séptimo artículo titulado, Desafíos del periodismo digital y los imaginarios sociales de la profesión en Latinoamérica, pág. 125

El octavo artículo se titula, Estudios sobre comunicación institucional en museos, derechos humanos culturales y políticas públicas: una aproximación al estado del arte, pág. 145

Al final de esta edición se reseña el libro Adaptación y novelización en el cine en México (1939-1955): dos casos de estudio, realizada por Ricardo Ignacio Prado Hurtado, pág. 167

DOI: https://doi.org/10.36105/stx.2023n11

Publicado: 2023-09-12

Carta de los Editores

Dr. Rogelio Del Prado Flores, Dra. Rebeca Illiana Arévalo Martínez

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